12 abr 2013

El Ártico

El cambio climático, sean cuales sean sus causas fudamentales, va creando efectos a tener en cuenta en el mundo de la energía más allá del consabido asunto de las emisiones de CO2 y también para la economía en general. Uno de ellos es la situación del Ártico y en concreto su puesta en valor económico por la doble vía de la posible explotación de recursos naturales y la apertura de nuevas rutas para el transporte marítimo. Sobre la primera cuestión hay grandes expectativas y también prevención, puesto que una inversión del sentido actual de las alteraciones del clima, aunque improbable podría afectar a la viabilidad de las inversiones económicas que se realicen. En cuanto al desarrollo de la navegación, se advierte cómo los países más próximos, especialmente Rusia y los cuatro estados costeros pero también otros como Suecia, promueven decididamente la construcción de nueva insfraestructura logística y portuaria en la región del Ártico. Todo ello tiene, naturalmente una contrapartida desde el punto de vista de la preservación ambiental que no puede ignorarse, aunque la situación sobre la reserva cautelar varía mucho según países.

Las empresas norteamericanas y europeas afrontan una regulación ambiental exigente para desarrollar sus proyectos en la zona. Tal es así que los planes anunciados meses atrás por compañías como ConocoPhillips, Royal Dutch Shell o Statoil han ido atenuándose en las últimas semanas hasta llegar al aplazamiento de las actividades de exploración que habían anticipado hace unos meses. Otros países como Rusia, proceden sin embargo sin mayores cortapisas. Tal es el caso de Gazprom Neft, que actúa con rapidez atraída por las grandes reservas de gas que el deshielo parcial del casquete parece poner al alcance de la punta de sus dedos.

Más información sobre este tema puede consultarse aquí.

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