3 abr 2013

De las puntas a la base

Uno de los efectos que la política RES está provocando en España desde el punto de vista del sistema -y desde luego del interés público- es el efecto de expulsión de las tecnologías eficientes de generación. Es conocido desde hace ya varios años el cese progresivo de actividad de los CCG (25.000 MW instalados) cuya utilización media anual se va acercando a las 1.000 horas/año frente a las 6.000 h. previstas en el análisis que en su día se hizo de la inversión. Ahora el efecto perverso empieza a notarse también en la generación nuclear, la base tradicional y hasta ahora estable del sistema.

En los tres primeros meses del año 2013, la producción eléctrica de origen nuclear ha disminuido algo más de un 10% en relación al año anterior. En estos primeros días de Abril, la variación interanual es de -14,8%.

Seguramente los inversores en RES estarán muy satisfechos, pero uno se pregunta desde el punto de vista del consumidor eléctrico, cada día más doliente, qué sentido social tiene haber sustituido durante el primer trimestre del año 1.633.000 MWh de origen nuclear al precio medio unitario en torno a 60 Euros (mercado spot) por esa misma cantidad de energía de origen eólico o solar a un precio medio superior a 140 Euros/MWh. El coste extra supone 130 millones de Euros a expensas de los consumidores. Llamémoslo sostenibilidad postmoderna o la modorra de la razón.

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